lunes, 16 de junio de 2008



Réflex


Documento de la sesión del 20 de junio del año dos mil dos.

Introaclaración:

La sesión referida tuvo como centro, en una primera parte, la reflexión en torno a la (problemática) relación entre objeto y sujeto en el marco de la obra de arte. Aparentemente, dos son las posiciones que se pueden vislumbrar sobre la base de este problema: la primera, que identifica en la producción artística una intencionalidad autorial hacia la cual el receptor debe apuntar en el proceso de decodificación de la obra, pero que no niega, como podría pensarse, el juego interpretativo y conectivo como posibilidad existente en toda lectura ubicada en el espacio de los intertextos de la cultura; y la otra, que, no desechando una intención teleológica presente en cualquier acto humano, la establece a ésta precisamente en el proceso de la lectura como una construcción desde la cual es exclusivamente posible o imposible postular un sentido. Es necesario aclarar el hecho de que ambas posturas, al encontrarse comprendidas en una dialéctica objeto/sujeto (productor/receptor, obra/lector) se enmarcan a su vez en una metafísica de la obra de arte todavía imposible de desligarse de la gramática a la que ésta hace referencia: pues, dicho brevemente, todas las relaciones desprendidas desde la obra y hacia la obra, giran hasta ahora sobre la base de un sujeto y de un predicado. Todas: incluso todavía aquellas que intentan una posible restauración del arte como superficie desligada de la interpretación y contra la interpretación (pues ella, la interpretación, es también una experiencia del sujeto y, por tanto, su predicado.)

Tomando en cuenta estas consideraciones, una segunda parte de la sesión se enfocó en una posible especificidad de la fotografía. Fundamentalmente para esto, se atrajeron las «categorías» de Operator, Spectator, Spectrum, studium y punctum, trabajadas por Roland Barthes en su «Nota sobre la fotografía». El aspecto de la discusión «ontológica» frente a la Fotografía no ya como el establecimiento de un corpus, sino como experiencia frente a ciertos cuerpos fotografiados de los «que estaba seguro que existían para mí», y, por tanto, la postulación de Barthes hacia una Mathesis singularis (que gira y hace girar siempre las cosas en torno a una subjetividad descentrada y no borrada, principio heurístico de «"la antigua soberanía del yo" (Nietzsche)»), no fue discutido en tanto «aspecto» de la recepción, y tampoco en tanto muerte de la Estética como categoría de «lo bello universal». Frente a una fotografía concreta de Julia Toro se sucedieron interpretaciones o recepciones que intentaban o no postular un sentido mediante la detención en ciertos rasgos propios de la foto proyectada (y titulada, como después se supo, Tan lejos tan cerca.)

Lo que sigue a continuación no intenta aglomerar ni exponer tales interpretaciones, sino entrar en dicha foto mediante una escrituración amparada primordialmente en su studium, trasladándolo, no obstante, hacia el aspecto de su recepción como una la lectura ya distraída e invadida por varias otras que en ese momento ocupaban una suerte de tela movediza en la que se insertaba, y en la que se insertó, ya para siempre, Tan lejos tan cerca:


frente a ciertas fotos yo deseaba ser salvaje, inculto.

BARTHES, La cámara lúcida.



Gonzalo Rojas